miércoles, 12 de mayo de 2010


Me enfrenté a mi primera crisis de fe con "Memorias de una joven formal" de Simone de Beauvoir. Crecí en un colegio religioso, antes de cada jornada las monjas nos reunían en el auditorio a entonar el himno de la "Compañía de María", lo cantábamos con total compromiso, la vida era ese instante y los principios del colegio eran los nuestros:"..y si un día el sacrificio, de la vida te exigiera, préstale el pecho propicio que del cielo es beneficio morir por esa bandera." Morir por la bandera del colegio? En ese mismo auditorio jugábamos a ser artistas, allí montamos "La fierecilla domada" de Shakespeare y "Bodas de sangre" de García Lorca.
Estoy de acuerdo en que leer es un acto intimo, pero con la literatura teatral eso se rompe para mi. Disfruto la lectura en voz alta y a varias voces de los textos de teatro, y de ese disfrute nació "Mujeres al borde del drama". Este año, después de 7 de estarnos reuniendo a leer teatro, estamos dispersas, muchas por fuera del país; extraño ese espacio porque es también el del desenfado, la complicidad, la risa.
Lecturas memorables con mis amigas al borde del drama: "Maquina Hamlet" de Heiner Müller y "Las troyanas" de Eurípides en adaptación de Jean Paul Sartre.

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